jueves, 10 de marzo de 2011

No es para saludarte

Si alguna vez me ves con el brazo en alto,
no es para saludarte
es porque me gusta chocar los cinco, tanto,
que a veces me choco a mí mismo
y lo doy un nombre
y lo llamo aplaudir.
Puede que sea muy naïf, o tú muy gilipollas
pero yo, si quiero, aplaudo con los labios
y el brazo en alto -no te has dado cuenta-
te muestra una especie de supositorio
mientras tú
vuelves a casa en taxi y te acuestas pronto
-vamos a la cama, que hay que descansar-
Yo descanso dándole de hostias a la almohada
mirándote en el centro de los ojos,
que es justo lo que tú no haces,
tú, que miras al suelo, como una rata.
Yo uso el suelo para plantarme de pie frente a ti
avanzar, un, dos, tres, izquierda, derecha
y lo doy un nombre
y lo llamo pasear.
Puede que sea muy naïf, o tú muy imperialista
pero no me excita conquistar más territorios
sólo nuevos dormitorios
en los que ni si quiera voy a dejar mi firma
Porque tú firmas al final de cada hoja
pero yo firmé al principio la mía
y lo di un nombre
y lo llamé nacer.

viernes, 4 de marzo de 2011

La mejor tortilla del mundo

No me esperaba, por lo que me contaron,
que esto fuera a ser así
Nadie me dijo que daba igual ganar o perder dinero
puesto que nunca, en verdad, fue de mi propiedad

Me explicaron por qué tenía que estudiar
que era necesario pagar los impuestos
y que la libertad de uno termina
donde empieza la de los demás.

Me dijeron que encontraría al amor de mi vida,
que tenía que ser de izquierdas o derechas,
que las corbatas sólo son para los días de fiesta
y que, por mucho que digan, la de tu madre
es siempre la mejor tortilla.

Me enseñaron que el tiempo cambia por efecto
de diversos agentes medioambientales
y que Sirio es la estrella que más brilla

Me dijeron que no es agradable el olor de los hospitales
aunque no me explicaron que huelen mucho peor
Cuando no eres tú el enfermo al que hay que visitar

Pero he descubierto que hay muchos más caminos
de los que tengo a cada lado
y que el amor de mi vida puede ser una noche o una ciudad
y que la libertad se limita a elegir sólo
la marca y modelo que tú quieras comprar.

Y también he aprendido que no se remueve mejor
la sopa con una cuchara que con dos palillos chinos,
que siempre habrá anticiclón cuando sonrío
y que puedes encontrar la estrella más brillante
en cualquier parte: dentro de una corbata
Eso sí, una cosa sí era cierta:
La mejor tortilla era la de mi madre.